Estos son algunos de los aspectos que juegan un papel fundamental en la prevención de los trastornos alimenticios:
Mantener una alimentación relativamente sana y equilibrada. Es decir, ayudar a que su hijo/a tenga una pauta de alimentación balanceada, que incluya los distintos nutrientes.
Ayudar a que los jóvenes consigan tener una buena autoestima y no fijarse tanto en el aspecto estético, evitando así transmitir la falsa idea de que quien no es guapo y delgado es un fracasado.
Ayudar a mantener un cierto peso dentro de un rango de flexibilidad, sustentado en una alimentación sana y la práctica de algún deporte.
Evitar utilizar la comida como un premio o un castigo.
¿Cómo detectarlo a tiempo?
En torno a este tema, una de las mayores preocupaciones de los padres es saber cómo detectar a tiempo que su hijo/a tiene algún tipo de trastorno alimenticio. Según la Dra. Urrutia, existen ciertas señales de alerta que pueden indicar a padres y amigos que algo anda mal. “En ese caso lo mejor es buscar ayuda y no dejarlo pasar pensando que será pasajero. Lo más probable es que no pase sólo, al contrario, tiende a agravarse”.
Estas son algunas de esas señales de alerta:
Cuando la apariencia comienza a ser un tema de preocupación y una causa de sufrimiento.
Si el joven se muestra muy preocupado y empieza a dejar de hacer cosas, a salir con los amigos o ir a fiestas porque no le gusta cómo se ve, o cómo le quedan las cosas.
Comenzar a vestirse siempre igual, sin variar su ropa, usando cosas sueltas, sin forma.
Saltarse los horarios de comida y buscar excusas para hacerlo.
Cuando de una alimentación en la que se seleccionaban ciertos alimentos se pasa a una rigidez absoluta y resulta difícil hacer que el joven coma otra cosa.
Hay determinados rasgos del carácter que pueden predisponer a la aparición de este tipo de trastornos. Son factores de vulnerabilidad personal:
*No aceptarse como persona.
*Percibir que se tiene poco control sobre la propia vida. (Falta de autonomía.)
*Ser poco habilidoso en las relaciones sociales. Hay frecuentemente un fracaso para expresar problemas emocionales.
*Tener poca espontaneidad y demasiado autocontrol, sobre todo en cuanto a la demostración de los afectos.
*Poseer dependencia afectiva.
*Ser muy perfeccionista y exageradamente autocrítico. Tener autoexigencias desmedidas.
*Tener una personalidad rígida, expresada en una excesiva necesidad de seguir reglas y una tendencia a criticar a otros.
*Ser excesivamente responsable para la situación o la edad.
*Sufrir de inseguridad, timidez o introversión.
*Tener una baja autoestima.
*Tener una personalidad depresiva.
*Preocuparse excesivamente o ser muy sensible a las opiniones de los demás o las influencias del entorno.
*Poseer un excesivo deseo de evitar situaciones estresantes, determinado por el miedo a enfrentarse a situaciones nuevas y expresado por una tendencia a huir de los conflictos.
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